jueves, 21 de julio de 2011

La Fiesta de Keila

Eran casi las tres de la madrugada y un gran torrencial caía en la ciudad, la fiesta estuvo espectacular después de todo, menos el imprevisto del clima que se presento a ultima hora. En medio de la humedad que producían los cuerpos amontonados dentro de la habitación, la música estridente y las bebidas obnubilando los sentidos... la situación y el hacinamiento obligado por la pertinaz y copiosa lluvia que los mantenía adentro, todo tenia algo de provocador.

Y la compañía, el ambiente hacían a Keila consiente del calor, sentía como una gota de sudor bajaba por entre sus pechos, el ardor no era de ninguna manera buena para los furs y menos cuando aparte del pelaje llevan ropa encima así esta sea casual, por suerte para ella veía como no dejaba de llegar la bebida lo que la conservaba fresca por momentos, pero el calor la mantenía abochornada, sentía la ropa demasiado pegada al cuerpo y eso la tenia desesperada. Sin siquiera disculparse trato de abrirse paso hasta el tocador, necesitaba con urgencia refrescarse un poco.


La voluptuosa zorra de abundante cabellera color chocolate, trato de abrirse camino entre los apretujados furs que llenaban la sala, sintió en más de una ocasión como la rozaban atrevidamente en el trasero y hasta la trataron de atraer halándola por la cola, ella los ignoro a todos y recogiendo su cola entre sus patitas blancas siguió su camino hacia el tocador que se encontraba atestado de furros que tuvieron seguro la misma idea de ella.


-Esto paso de fiesta a infierno – se dijo a si misma mientras cambiaba de dirección y caminaba por un pasillo, Keila entro en silencio a una habitación en busca de su anhelada frescura, sabia que mientras permaneciera entre el tumulto de furs el calor y el bochorno en ella persistirían, el vestido de seda se adhería a su pelaje, tenia ganas de arrancárselo y estaba a punto de hacerlo cuando escucho un gemido muy claro en la oscuridad que reinaba dentro del cuarto. Keila trato de acostumbrar a sus ojos zorrunos a la negrura y paseo con sigilo su mirada hasta que hallo la fuente de los susurros y gemidos excitados, justo a escasos metros de ella una pareja y si su vista no la engañaba eran una gacela que estaba completamente desnuda sobre la gran cama,  miro sus pechos bamboleantes al ritmo de la respiración entrecortada que evidenciaban su excitación, las pezuñas  de la hembra se encontraban sobre los hombros de un joven y apuesto león de pelaje dorado y muy brillante quien de rodillas lamia el sexo de la gacela con avidez; el león la tenia bien sujeta por sus suaves muslos como si temiera que su presa escapa en cualquier momento, pero la esbelta gacela no parecía dispuesta a escapar, empujaba la cabeza del león mas y mas cerca de su húmedo sexo, mientras Keila cual testigo silente de la escena daba dos pasos atrás y chocaba su cuerpo contra la dura puerta que hace pocos minutos acababa de atravesar.


Sobre la cama se encontraba la delgada gacela casi al borde del desespero,  obligaba al león a levantarse y daba la vuelta para quedar acostada sobre el joven; sus hocicos se juntaron en un excitante beso donde por un momento parecieron volverse uno, tan juntos quedaron al abrigo de la oscuridad que la acción de desnudar al León que realizaba la gacela casi fue pasada por alto por los astutos ojos de Keila quien aun de pie contra la madera de la puerta sentía como si un fuego interno empezaba a encenderse desde su vientre, entre la visión de la pareja y su cuerpo sudado el calor se fue volviendo excitación y sin detenerse a pensar mucho solo bajo su ropa interior y la aparto con sus patas hasta esconderla en la esquina donde se juntan la puerta y la pared; si bien la zorra sabia que no poseía el valor para unírseles nada podía evitar que desde su posición gozara a su manera del espectáculo.


Mientras Keila miraba sin perder detalle y dirigía su patita hasta el centro de su húmedo sexo, sintió la inflamación de su clítoris que casi quemaba al toque debido a la excitación; en la cama la ágil gacela se abría para recibir dentro de si el miembro turgente del gran felino que suspiro cuando se sintió abrazado por el útero de su compañera que iniciaba un movimiento lento sobre las caderas del león; el silencio en la habitación era aun mas sofocante que el propio calor y humedad que producía la lluvia que no paraba de caer fuera de la casa.


Sin demoras la zorra introdujo una garra en su interior mientras se mordía los labios reprimiendo sus jadeos, cosa que no hacia la gacela que disfrutaba de lo lindo de su amante felino quien en algún momento que Keila no preciso dio la vuelta dejando a la gacela otra vez presa de su depredador, la delgada gacela se mantenía abrazada al cuello del león mientras este la envestía con furia – Ohh... Ahhh... huy – gemidos extraños pero todos evidenciaban el placer que sentía la hembra mientras estaba siendo ferozmente penetrada por el  león de larga melena.


Keila sentía como mares de sus propios líquidos corrían por sus muslos mientras seguía masturbándose, en algún momento cerro los ojos y se dejo ir cayendo sentada pero sin dejar de estimularse con varias de sus garras, ya ni escuchaba ni veía a la pareja que estaba en lo suyo; solo importaban sus sensaciones y el orgasmo que estaba próximo. Su respiración se hizo aun mas rápida, su rostro enrojeció y se encendió; como si todo hubiese sido planeado los tres furs acabaron al mismo tiempo por lo que los gemidos de Keila fueron pasados por alto para los ocupantes de la cama.


Sin creer lo que acababa de hacer Keila se levanto temblorosa y salió de la habitación dejando sola a la pareja que ignoraba que había sido observada por una entrometida e indiscreta furra que buscaba refrescarse.


Con más calor que al principio camino sosteniéndose de la pared y se encontraba arreglándose un poco el vestido cuando se percato de que en un descuido había dejado tirada su ropa interior dentro de la habitación – Ay Dios, ¿ahora que hago? – se dijo tocándose por sobre el vestido y dando la vuelta para regresarse; con la mano sobre el picaporte se encontraba en una disyuntiva, ¿como explicar la presencia de su tanga dentro del cuarto? Y justo cuando se iba a lanzar sin explicaciones, el picaporte no se movía... al parecer lo que no hicieron antes que fue cerrar con llave, lo hicieron al ella salir –¿Tocar o no tocar?, he allí el dilema- dijo pegando la oreja de la gruesa madera de la puerta tratando de oír lo que pasaba adentro, nada se escuchaba. Keila solo suspiro resignada y se encamino a la sala, pensando en la tortura de volver al agobiante calor que estaba segura ahora pondría en evidencia su falta de ropa interior.


Camino lentamente de vuelta entre los furros agolpados en el centro de la sala para situarse en una esquina apartada y justo cuando pasaba por donde hacia un rato la habían manoseado se apago la luz en toda la casa, se escucho un murmullo entre los presentes, primero risas por la sorpresa y luego solo siguieron como si nada a la luz de la luna que se filtraba por los ventanales.


-Esto es el final de esta fiesta para mi – se dijo dando la vuelta para buscar al anfitrión  y marcharse, pero antes de que pudiera moverse alguien la sostuvo abrazándola por detrás mientras la mantenía callada sosteniendo contra su pequeño hocico una gran garra, ella no podía identificar muy bien nada en medio de la oscuridad, y solo se retorcía cuando sintió claramente que alguien tocaba su sexo, es que el vestido sin intensión o con ella se le había levantado cuando la sostuvieron para inmovilizarla.


Le levantaron el vestido sin sacárselo del todo y lo usaron para cubrirle el rostro, el furro que la tenia sujeta por detrás estaba comenzando a excitarse y ella lo noto por el bulto que comenzó a sentir junto a su cola, a pesar de la situación a la que estaba siendo obligada no podía dejar de sentir morbo, varias patas la tocaban, amasaban sus pechos, recorrían su vientre y otro mas atrevido hurgaba en ella con descaro, los rastros de su anterior acción dentro del cuarto junto a la inocente pareja era ahora expuestos, el que la tocaba sabría que algo había estado haciendo que estaba tan mojada y además sin ropa interior, se retorció entre las patas de su captor que férreas la sostenían sin duda ni temblor.


Sintió como sus patas eran levantadas hasta colocarla casi sentada en el aire y sostenida de unos fuertes hombros  y acto seguido una lengua entraba en ella, jugaba dentro de ella, bebía de ella, se sintió desvanecerse y cayo rendida contra le pecho de su captor que metió su nariz entre el pelaje de su cuello antes de lamerlo con destreza, Keila se sentía sofocada y comenzó a mover su cabeza tratando de sacarla de la calurosa seda, cuando lo logro también logro soltarse de la garra que cubría su hocico pero no tuvo ni tiempo de hablar cuando otra lengua la invadía dejándola desvalida y sin fuerzas, las patas que la tenían prisionera la fueron soltando a medida que su resistencia se hizo nula.


-Te voy a hacer gozar zorrita – susurraron en su oreja antes de sentir como sin aviso ni preparación la penetraban por completo, Keila se abrazo con fuerza al cuello del furro que la besaba mientras por detrás era envestida con movimientos rápidos, tan rápidos que le impidieron sentir dolor ante la invasión de su hasta ese momento virgen trasero, la lengua que recorría la parte interna de su boca jugaba con su lengua así como también jugaba el que sin detenerse en ningún momento seguía haciéndole el mejor cunnilingus que le habían dado en su joven vida.


-¡ahhhhhh! – Escapo del beso en busca de aire puro - ¡ah... ahhh...ah!- solo pudo decir antes de que la volviera a callar la lengua del furro que la besaba y masajeaba sus pechos. Keila tenía la mente en blanco, la cantidad de sensaciones todas apreciadas a la vez la mantenían perdida en el placer. De sus labios el furro pasó a sus pechos los cuales lamia y mordía al mismo tiempo, sostenía los duros pezones de la zorra entre sus dientes sin tanto cuidado y al fin pudo identificar Keila a uno de sus captores; era un joven, demasiado joven tigre y sus afilados dientes solo causaban placer en las sensibles aureolas de la zorrita que acariciaba al tigre entre las orejas incitándolo a seguir.


El furro que la envestía por detrás también exigió sus labios obligándola a voltear para apoderarse de ellos, Keila no creía que en medio de una sala atestada nadie se percatara de lo que pasaba pero al abrir los ojos, noto que en realidad entre sombras era casi imposible divisar con claridad al que estaba cerca. El furro detrás de ella tenía la lengua áspera y su beso fue muy mojado tanto que se le escurría saliva por las comisuras, pero su húmedo beso callo los gemidos del orgasmo que la invadió de golpe producido por el cunnilingus y se estremeció entre las patas de los tres furros que la mantenían inmóvil, no tuvo la menor oportunidad luego del orgasmo un pene tomo el lugar de la lengua que le dio placer y Keila se sintió llena.


El tigre desapareció de la vista de Keila y frente a ella estaba ahora un malamute fuerte, mucho más que el husky que la penetraba por detrás, el fortachón tomo las patas de la zorrita y las paso por su cintura todo esto sin dejar de penetrarla con rapidez tal como acostumbran los canes, Keila cerro sus ojos y solo se dejo hacer... tenia la lengua seca y le dolían los labios por los toscos besos que le dieron, pero eso no impedía que sintiera placer, solo que no la dejaban expresarse con libertad, y de alguna manera ella misma no quería ponerse en evidencia, porque así no conociera a todos en la fiesta la vergüenza seria demasiada para asumirla con gracia.


Keila sintió por fin como una inundación dentro de ella, parecía que ahora si deseaban llenarla hasta que se derramara por todos lados; y sin mas quedaron así los dos furros de pie temblando con ella en medio, el malamute le bajo un poco el vestido antes de salirse de ella y lo mismo hizo el Husky quien la bajo con cuidado soltándola, la zorrita se tambaleo un poco y sintió como por sus muslos bajaba un rio de semen y sin siquiera un movimiento de reconocimiento decidió salir de la casa antes de la llegada de la electricidad.


Salió aturdida pensando en la mejor manera de irse hasta su casa sobre todo en el patético estado en que se encontraba su ropa, la seda esta manchada y por sus muslos corría el líquido blanquecino que casi anunciaba a todos lo que le acababa de pasar, su cabeza era un remolino mientras decidía que camino seguir, repentinamente tocaron su hombro y al voltear a ver era el tigre joven quien con una llave en la pata solo le dijo – ¿te llevo?-

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